-Cuando estar enamorada significa sufrir, estamos amando demasiado...
-Cuando la mayoría de nuestras conversaciones con amigas íntimas son acerca de ÉL, de sus problemas, sus ideas, sus sentimientos, y cuando casi todas nuestras frases comienzan con "ÉL...", estamos amando demasiado...
-Cuando disculpamos su mal humor, su mal carácter, su indiferencia o sus desaires como problemas debidos a una niñez infeliz y tratamos de convertirnos en su terapeuta, estamos amando demasiado...
-Cuando leemos un libro de autoayuda y subrayamos todos los pasajes que lo ayudarían a ÉL, estamos amando demasiado...
-Cuando no nos gustan muchas de sus conductas, valores y características báasicas, pero las soportamos con la idea de que... "si tan solo fuéramos lo suficientemente atractivas y cariñosas", él querría cambiar por nosotras, estamos amando demasiado...
-Cuando nuestra relación perjudica nuestro bienestar emocional y quizá, nuestra salud e integridad física, sin duda estamos amando demasiado...
A pesar de todo el dolor y la insatisfacción que acarrea, amar demasiado es una experiencia tan comú para muchas mujeres que casi creemos que es así como deben ser las relaciones de pareja. La mayoría de nosotras hemos amado demasiado por lo menos 1 vez, y para muchas ha sido un tema recurrente en su vida. Algunas nos hemos obsesionado tanto con nuestra pareja y nuestra relación que apenas podemos funcionar como personas.
Examinemos a fondo los motivos por los que tantas mujeres, en busca de alguien que las ame, parecen encontrar inevitablemente parejas nocivas y sin amor. Analicemos también por qué, una vez que sabemos que una relación no satisface nuestras necesidades, nos cuesta tanto ponerle FIN.
Veamos que el amor se convierte en amar demasiado cuando nuestro hombre es inadecuado, desamorado o inaccesible y, sin embargo, no podemos dejarlo; de hecho, lo queremos y lo necesitamos más aún. Lleguemos a entender como nuestro deseo de amar, nuestra ansia de amor, nuestro amor mismo, se ha conviertido en una ADICCIÓN.
No nos agrada la palabra y no deseamos aplicar el concepto a nuestra forma de relacionarnos con los hombres. Pero muchas de nosotras hemos sido "adictas a los hombres" y al igual que cualquier otro adicto, necesitamos admitir la seriedad del problema para empezar a curarnos.
Si alguna vez te viste obsesionada por un hombre, quizá hayas sospechado que la raíz de esa obsesión no era el amor sino el MIEDO.
Quienes amamos en forma obsesiva estamos llenas de miedo: miedo a estar solas, miedo a no ser dignas o a no inspirar cariño, miedo a ser ignoradas, abandonadas o destruídas. Damos nuestro amor con la desesperada ilusión de que el hombre por quien estamos obsesionadas se ocupe de nuestros miedos. Y como nuestra estrategia no da resultado, tratamos... amamos más aún. Amamos demasiado...
No pretendo implicar que las mujeres somos las únicas que amamos demasiado. Algunos hombres que han sido dañados en la niñez no desarrollan una adicción a las relaciones. Debido a factores biológicos y culturales, por lo general tratan de protegerse y evitar el dolor mediante objetivos más externos. Tienden a obsesionarse por el trabajo, los deportes o los hobbies, mientras que la mujer, debido a las fuerzas biológicas y culturales que la afectan, tiende a obsesionarse con una relación, tal vez con un hombre así: dañado y distante.
No hay atajos para salir del patrón de amar demasiado en el que estamos atrapadas. Es un patrón aprendido a temprana edad y muy bien practicado, y el hecho de abandonarlo será temible, amenazador y un constante desafío. Se necesitan años de trabajo y una dedicación total.
Si eliges iniciar el proceso de recuperación, dejarás de ser una mujer que ama a alguien con tal intensidad que resulta doloroso, para pasar a ser UNA MUJER QUE SE AMA A SÍ MISMA, lo suficiente para detener el dolor.
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